martes, 28 de enero de 2014

Síndrome de Estocolmo




Agosto de 1973, Estocolmo, Suecia. Un atracador de nombre Olsson se introduce en un banco con intenciones de cometer un robo. Sus planes no resultan como él los había pensado, la policía llegó, rodeo el recinto e impidió la huida del malhechor. Olsson tomó entonces como rehén a una empleada del banco llamada Kristin a quien retuvo por varios días. Cuando hubo terminado esta situación, Kristin formó fuertes lazos afectivos con su captor, tan profundos que se enamoró de él.  Una vez arrestado Olsson, Kristin declaró a la prensa su indignación por la falta de comprensión en los motivos  de Olsson por parte del sistema de justicia y la sociedad sueca. Finalmente, a pesar de las dificultades de estar en prisión Kristin y Olsson contrajeron matrimonio.

Desde esta experiencia, se formó el concepto de Síndrome de Estocolmo, que engloba un conjunto de mecanismos psicológicos que forman un vínculo afectivo-dependiente entre la víctima de un secuestro y su captor.

Las principales entidades encargadas del diagnóstico y clasificación psicopatológico tales como el DSM de la Asociación Americana de Psiquiatría y el CIE de la Organización Mundial de la Salud no han logrado crear un esquema de signos y síntomas claros respecto a este síndrome, ni tampoco crear un sistema eficaz de diferenciación, por lo tanto no lo han reconocido o incluido siquiera como categoría residual apta para investigación.

La razón de esta marginación es simple; existe (afortunadamente) una muy baja tasa de ocurrencia y es casi imposible hacer una observación clínica de la formación de los vínculos afectivos de la víctima.  Entonces, al no existir con claridad una herramienta adecuada para su estudio, se puede simplemente conceptualizar este síndrome como un vínculo interpersonal de protección desarrollado en un entorno traumático y de cautiverio, cuyo fin es mantener la homeostasis (equilibrio) fisiológica y conductual del sujeto agredido y proteger su integridad psicológica.

Sin ser una enumeración etiológica, existen varias condiciones en las que se forma el Síndrome de Estocolmo.

·         Aunque puede generarse en pequeños colectivos secuestrados, la situación desencadenante requeriría un rehén retenido por un grupo de personas. En el caso de ser un único secuestrador, habría que considerar para su emergencia elementos adicionales de influencia social determinados por el efecto de confrontación de las personalidades implicadas.

·         Aislamiento o monotonía estimular: introducción de la víctima en un entorno donde la variedad de referentes sea mínima, tal que posicione al secuestrador como eventual referente de emergencia en una reordenación de la estructura espacio-temporal del rehén.

·         Ideología: entendida como la existencia de un conjunto de valores y cogniciones revestidos de argumento motivador concreto, político, religioso o social, para fundamentar la acción por parte de los secuestradores; cuanto más elaborado sea el corpus ideológico del secuestrador, mayor probabilidad de influenciar a un rehén.

·         Contacto secuestrador(es)-rehén: tiene que ser tan pronunciado como para que permita al rehén percibir la existencia de una motivación ideológica tras la acción traumática, abriéndose la vía para un proceso de identificación de la víctima con sus captores.

·         Recursos del rehén: no se originará el síndrome si el rehén focaliza su atención en referentes de control interno consistentes o si dispone de estrategias sólidas de afrontamiento y solución de problemas.
·          Violencia: como norma general, la violencia física ejercida contra el rehén por sus secuestradores, limitará la emergencia del síndrome.

Fuente: Montero, A. (1999) Psicopatología del síndrome de Estocolmo; un ensayo de un modelo etiológico. Ciencia Policial. Montevideo.

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Psic. José Luis Ramírez Esparza





miércoles, 22 de enero de 2014

Violencia en la música



Generalmente la música como medio de expresión, de forma histórica y estética, se esfuerza en transmitir los valores más apreciados por la humanidad: amor, fraternidad, belleza, lo elevado. La música es también capaz de crear identificación con su contenido y como toda identificación, lo mismo puede poseer un carácter bello,  o uno agresivo.

Como la música es capaz de mover afectos profundos, un contenido musical rabioso y agresivo genera cambios sustanciales en el pensamiento. Es aquí cuando se abre un debate en cuanto a la violencia que existe en la música. ¿Es capaz de influir en actos violentos?, ¿Predispone a una persona sana a convertirse en un energúmeno agresivo? Por principio de cuentas, cuando una persona es abiertamente violenta busca de muchas maneras el justificar su conducta, lo cual incluye a la música agresiva como un posible detonante.

Pero un simple detonante no es capaz de explicar el porqué una persona puede volverse violenta. Lo que sí podría tener sentido, es como una serie de detonantes - alcohol, drogas, estrés, discusión, frustración y música violenta- pudiera hacer explotar un acto de esta naturaleza. Debemos ser conscientes que un acto de violencia puede poseer una magnitud tan pequeña como evitar la mirada o ser sarcástico con algún familiar o pareja.

Al hilar el factor de identificación con el de detonante, se puede intuir que la música con contenido violento realmente puede influir en la consumación de un acto agresivo de menor o  mayor magnitud.  Aquí también interviene la capacidad que tenga la persona de simbolizar y metabolizar este contenido. ¿La rabia de esta canción me hace sentir acompañado en mi agresividad? O por el contrario ¿me invita a ser agresivo con mis semejantes?

Violencia de género en la música

También se da el caso en que la música puede contener exaltaciones de la conducta masculina basada en la superioridad sobre la mujer, su vituperación, el acto de usarlas y después tirarlas, tal como si se trataran de objetos. El Hip hop y el reggaetón son los principales exponentes de esta violencia, y algunos otros estilos musicales.

Para concluir, la música es cultura, se trata de disfrutarla, siempre con un criterio personal bien claro, para esto se requiere madurez Por  ello debe protegerse y con mayor atención a los más jóvenes del hogar, y la  industria musical nos advierte sobre este tipo de contenidos explícitos con una etiqueta como esta:












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 Psic. José Luis Ramírez Esparza





martes, 14 de enero de 2014

¡Cumple tus propósitos!



Comenzamos un nuevo año, llenamos nuestro pensamiento de expectativas e ilusiones. Formamos ideas sobre cómo deberíamos actuar durante los próximos meses. Algunas personas son muy organizadas y estructuran sus ideas en listas que incluyen metas a corto y mediano plazo; mientras que otras sólo se forman una idea general y tratan de seguir una cierta congruencia sin ser muy claros o específicos sobre metas y plazos para realizarlas.

Sean cuales sean tus propósitos, la palabra clave para realizarlos es la CONSTANCIA.

Pero ¿cómo se puede aprender a ser constante?

·         Se firme, pero no seas inflexible. Con una idea clara sobre aquello que queremos lograr se tiene que perseguir un propósito, sin embargo, en muchas ocasiones se confunde el ser firme con ser inflexible. Se requiere sabiduría para saber cuándo romper una regla y bajo qué condiciones. La inflexibilidad a la larga trae una sensación de fatiga mental. El cumplimiento de nuestras metas no es un castigo. De la misma forma, si vemos que nuestros esfuerzos no dan resultado, podemos llegar desilusionarnos,  nos hace desistir y abandonar nuestro proyecto.

 Recuerda que las cosas no siempre salen a la primera; si fallas una vez modifica lo que consideres necesario y vuélvelo a intentar. Si te caes, sólo levántate.

·         Distribuye bien tu esfuerzo. Cuando pensamos e ideamos un propósito, éste generalmente se genera bajo una angustia o un temor. Por ejemplo –Si no dejo de fumar, me puedo enfermar gravemente-.  Esta angustia nos mueve a realizar grandes esfuerzos en una pequeña cantidad de tiempo. Esta distribución de energía puede hacernos abortar nuestros proyectos de forma temprana. Más vale un pequeño esfuerzo cada día por mucho tiempo; que un gran esfuerzo en poco tiempo. 

No olvides que con paciencia todo se fragua mejor. Siempre esfuérzate con calidad, da un poco más de ti cada día.

·         No hagas propósitos muy difíciles de cumplir. Esto tiene mucho que ver con la percepción de nuestros alcances y limitaciones. Aunque con constancia la mayoría de nuestras metas son realizables, también es cierto que existen cosas fuera de nuestras posibilidades actuales. Recuerda que siempre es mejor trabajar con planes a corto y mediano plazo.

·         Hazlo acompañado: Todo esfuerzo que se hace en conjunto es mejor y más productivo, recuerda el adagio africano: “si quieres llegar rápido camina solo, pero si quieres llegar lejos hazlo en grupo”

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Psic. José Luis Ramírez Esparza







miércoles, 8 de enero de 2014

Violencia en el noviazgo




El noviazgo es una experiencia vital que se vive con gran intensidad; es experimentar nuestro afecto, es convocarnos vincularmente frente a otra persona de forma amorosa y apasionante. Es el enlace entre dos personas que se sienten atraídas, mutuamente, con la oportunidad de conocerse, buscando actividades, gustos y pensamientos en común, en algunos caso como antesala de una relación más estable o duradera.  

La violencia en el noviazgo es un fenómeno común y frecuente. Básicamente consiste en todo acto mediante el cual una persona trata de doblegar a su pareja. Su intensión es dominar ejerciendo el poder a partir del daño físico, emocional o sexual. Para ello se ataca la autoestima insultando, amenazando, manipulando y chantajeando ya sea de forma abiertamente agresiva o de manera sutil.

¿Qué tipo de violencia se puede esperar durante el noviazgo?

·         Violencia psicológica: cualquier acción que intente dañar o desestabilizar psíquicamente a otra persona. Pretende causar sufrimiento y sometimiento a través de insultos, infidelidad, tortura, humillación, desprecio, abandono y aislamiento.

·         Violencia física: se hace uso de la fuerza para intimidar, controlar o someter. Puede incluir inmovilizaciones, empujones, jaloneos, nalgadas, cachetadas, pellizcos, rasguños, intentos de asfixia y ahorcamiento, golpes con la mano y con objetos diversos, patadas y  quemaduras, heridas por arma de fuego o armas punzo cortantes; y en grado extremo el homicidio.

·         Violencia sexual: a través de la fuerza, el chantaje, el soborno o la intimidación se busca la concreción de una acción sexual no deseada por la otra persona.

·         Violencia patrimonial: es la transformación, sustracción, destrucción, retención o distracción de objetos, documentos personales, bienes y valores, derechos patrimoniales o recursos económicos destinados a satisfacer sus necesidades y puede abarcar daños a los bienes comunes o propios de la víctima.                                              
                                                                       
¿Cómo se forma la violencia en la pareja de novios?

Al igual que en parejas más adulta, la violencia en el noviazgo tiene generación espontanea. Se gesta y desarrolla en un marco de contexto propicio; se desenvuelve cíclicamente y los implicados se sienten atrapados en un círculo vicioso.

1. Fase de Acumulación de tensión: se manifiestan insultos, reproches, escenas de  celos y control, silencios prolongados, burlas, malestar constante y en aumento. Además de actos  de maltrato físico “sutil” como  empujones, apretones de brazo, tirones de cabello.

2. Fase de estallido o explosión: incidentes con todo tipo de agresión física o psicológica, golpes, ruptura de objetos y amenazas. Puede tomar características aún más graves, ocasionando lesiones severas y llegar hasta la muerte de cualquiera de los protagonistas.

3. Distanciamiento: hay un tiempo de silencio o separación. Puede haber infidelidad, abuso de sustancias, crisis de ansiedad, etc.

4. Fase de arrepentimiento o luna de miel: expresiones de perdón, promesas de cambio, interés sexual, regalos y “tranquilidad”. Comienza con expresiones “afectuosas” breves, pasando rápidamente al acoso sexual y pudiendo llegar a la violación.
El abuso severo se alterna con devoción y amor en esta fase, resulta de gran atracción para los y las jóvenes debido a la actitud asumida por el agresor. Se transforma en un amante arrepentido, amable, que promete que no volverá a abusar.

Señales de riesgo. Si identificas este tipo de conductas en ti mismo y/o en tu pareja, pueden estar viviendo en una relación violenta

  • ·      Actitud posesiva e insegura; la persona violenta no permite que su pareja tenga amistades y la vigila constantemente. Sin motivo aparente, se enoja a menudo en forma extrema.
  • ·         Ha sido víctima o testigo de violencia en su familia.
  • ·         Abusa del alcohol o drogas y presiona a su pareja para que las consuma.
  • ·         Se pone en situaciones de riesgo cuando han discutido.
  • ·         Culpa a los demás de sus problemas.
  • ·         Busca tener todo el control de la relación.
  • ·         Te pone apodos o te llama de maneras que te desagradan, sobre todo en público.
  • ·         Ha intentado chantajearte sentimentalmente, o lo has descubierto mintiendo y  engañándote.
  • ·         Trata de controlar tus actividades, con quién sales, revisa tu celular e incluso te hace prohibiciones.
  • ·         Te cela, insinúa que andas con alguien más, o te compara con sus ex novia(o).
  • ·         Ha destruido alguna posesión tuya (cartas, regalos, celulares).
  • ·         Identificas que te “manosea” o hace caricias agresivas.
  • ·         Te ha golpeado argumentando que es “de juego”.
  • ·         Ha ocurrido violencia física: cachetadas, empujones, patadas hasta puñetazos.
  • ·         Amenaza con golpearte, encerrarte, dejarte o incluso con matarte.
  • ·         Te obliga a tener relaciones sexuales o incurre en violaciones
  • ·         Amenaza con quitarse la vida si lo/la dejas.


La mejor arma que tienes es la comunicación. Si crees que estás padeciendo una situación de violencia acércate a las autoridades correspondientes para poner fin a la situación.

¿Tienes dudas? Recuerda que puedes tener asesoría psicológica vía telefónica  las 24 horas en el 01 800 111 8111

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Psic. José Luis Ramírez Esparza