martes, 30 de diciembre de 2014

Trastorno bipolar


¿Cuántas veces hemos escuchado a una persona autoproclamarse como “bipolar”? Probablemente sea para justificar su irritabilidad e incoherente comportamiento.  El cambio del estado de ánimo es totalmente normal, ya que es reactivo a los estímulos del medio, cuestiones fisiológicas como los niveles hormonales e incluso el pensamiento.

Anteriormente al trastorno bipolar se le conocía como trastorno maníaco-depresivo y tal como su nombre lo indica es una alternancia entre un estado maníaco de hiperactividad y sensación de júbilo, con estados de depresión profunda. Ambos estados, son generalmente más intensos que los del resto de la población. Pero a diferencia de la creencia popular, dichos estados no se alternan repentinamente en un corto periodo de tiempo, sino que se alternan entre varias semanas e incluso meses. 

Tipos de trastorno bipolar

Bipolar I: Tiene presencia de una “subida” maníaca con duración de más de una semana. Puede o no existir una fase depresiva.

Bipolar II: Fase depresiva severa con subidas maníacas moderadas, también llamado estados hipomaníacos.

De ciclación rápida: cuatro o más alternancias en un periodo de 12 meses.

Ciclotimia: Los estados tiene mayor duración, pero la intensidad es menor al trastorno bipolar, aunque puede evolucionar a tipo I o II.

Causas

·         Factores genéticos hereditarios explican la presencia reiterada dentro de una familia de trastorno bipolar, aunque también intervienen factores educativos y socio-familiares. 
·         Disfunciones y anomalías en las áreas cerebrales encargadas de la regulación emocional.
·         Situaciones traumáticas y estresantes. Así como el padecimiento de enfermedades físicas graves.

Síntomas de la fase depresiva:

La depresión es un estado natural y normal en el ser humano. En la vida nos enfrentamos a estados depresivos transitorios qué, aunque son dolorosos, nos permiten cambiar, mejorar y resolver problemas. Sin una dosis de depresión, no es posible crecer ni madurar.  Sin embargo, una depresión perniciosa y patológica como la que se encuentra en personas con trastorno bipolar se suelen encontrar las siguientes particularidades sintomáticas:

·         Estado profundo de tristeza, de la que se siente imposible de salir.
·         Ganas de llorar aún sin algo que lo motive.
·         Pérdida de la capacidad de sentir placer o disfrutar algo.
·         Sensación de inutilidad y desesperanza.
·         Pensamiento centrado en la muerte e ideación suicida.
·         Dificultas para poner atención y concentrarse.
·         Imposibilidad en la toma de decisiones.
·         Pérdida de apetito y disminución de peso.
·         Insomnio.
·         Pérdida del deseo sexual.
·         No se pueden terminar las tareas iniciadas, ni siquiera las cotidianas.

Síntomas de la fase maníaca:

La manía es un estado de alegría, optimismo y energía, que en una intensidad suficiente, puede alterar el estado de juicio y pensamiento. Lo cual, trae malas decisiones, situaciones vergonzosas e incluso peligrosas. A pesar de su carácter “positivo” puede ser tan dañino como la depresión, ya que afecta el funcionamiento integral de las personas y su desenvolvimiento interpersonal.  Algunas características sintomáticas son:

·         Felicidad y excitabilidad exageradas.
·         Irritarse con quienes no comparten su optimismo.
·         Creerse más importantes que los demás.
·         Pensamiento lleno de ideas emocionantes y novedosas.
·         Pasar de ideas y proyectos rápidamente.
·         Escuchar y ver cosas que otras personas no ven.
·         Hiper-sexualidad.
·         No sienten necesidad de dormir y pueden mantenerse despiertos por días.
·         Confabula planes grandiosos e irrealizables.
·         Taquilalia (habla muy rápido)
En ambas fases se observa síntomas de tipo psicóticos, ya que implica una falla en la distinción del principio de realidad.

Tratamiento

Medicamentos: Estabilizadores del estado de ánimo y disminución de síntomas psicóticos.
Tratamiento psicológico: sesiones educativas de prevención y reconocimiento de síntomas. Terapia individual y grupal

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Psic. José Luis Ramírez Esparzajramirez@toka.com.mx

lunes, 22 de diciembre de 2014

¿Qué nos pasa en navidad?

Añorada por los niños, esperada por los amantes de la comida hipercalórica y despreciada por otros tantos. La navidad es algo omnipresente durante las últimas semanas del año, simplemente nos invade a través de música, películas, televisión, publicidad, religión y las personas a nuestro alrededor… Semejante avalancha de contenido no puede pasar indiferente, la amamos y/o la odiamos, por esto me gustaría hacer una breve revisión de los aspectos que generan mayor convulsión social y psicológica respecto a la navidad.

¿Qué hacemos en navidad?

Durante esta época, se anuncia un tiempo de paz y de acompañamiento cálido, junto a nuestros seres amados. Se da el reencuentro con nuestras raíces familiares y la camaradería del trabajo. Sin embargo, la realidad es distinta, en estas fechas se vive una aceleración del ritmo de vida, los planes de reunión se empalman con la urgencia de terminar el trabajo antes del cierre de año y quienes se dedican a los servicios y comercio, el simple hecho de descansar es una pérdida de horas-hombre y dinero.

En los centros comerciales existe la urgencia por conseguir regalos y productos, creando una atmosfera densa y una sensación inexorable de prisa. En casa los preparativos pueden ser caóticos, al final de cuentas, un momento de paz navideño -si es que llega- se logra sólo gracias a soportar un caos laboral, familiar y comercial.

Liquidez económica recalcitrante

Son días de recibir los merecidos beneficios de un año de trabajo y productividad, se reciben aguinaldos, bonificaciones y demás compensaciones. Lo malo es que parece que el dinero nos quema los bolsillos y necesitamos deshacernos de él a la menor oportunidad. Los comerciantes, generosos y piadosos, ofertan un sin fin de productos y facilidades para comprar los regalos y artículos de nuestro agrado. Por supuesto que ejercer el arte del comercio no es negativo, lo malo es cuando tenemos una expectativa sobreestimada de nuestras posibilidades económicas y gastamos lo que no tenemos. Otro problema es el valor exagerado que le damos a los objetos materiales; se percibe que uno estima a una persona por el precio del regalo comprado y peor aún, nuestros niños tienen su mayor ilusión navideña por los regalos que van a recibir. Bien decía el historiador mexicano Edmundo O’Gorman: “La Navidad es la venganza de los mercaderes contra Jesús por haberlos expulsado del templo” 

Nostalgias y resentimientos

El problema de la navidad es que está altamente idealizada y como todo objeto de idealización, lo más probable es que cause decepción. Poseemos recuerdos lindos de ella de cuando fuimos niños y las personas que nos rodeaban nos llenaban de amor, simpatía y regalos. Pero las personas cambian o se van, el tiempo lo transforma todo y eso crea una sensación de que jamás se volverá a vivir una navidad “como las de antes”. Por otra parte, el resentimiento nace de las frustraciones de una vida familiar disfuncional, del nunca ser saciado y ver con envidia la felicidad de los demás. Ambos sentimientos son inevitables, es cierto grado de normalidad, pero cada quién decide qué hacer con ellos.

Al final, la navidad por invasiva que sea, debe vivirse primeramente como una oportunidad de crear un vínculo cálido y humano con quienes están con nosotros todo el año, la familia, compañeros y amigos. De reencontrarnos a través de la distancia, el perdón y la humildad de quienes nos sentimos alejados. Vivir un acercamiento a lo espiritual, reflexionando sobre el sentido que le queramos dar a estas fechas y ser generosos no solamente con regalos, sino también en entrega mediante el amor con el que tomamos nuestras decisiones y acciones. 

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Psic. José Luis Ramírez Esparza jramirez@toka.com.mx

lunes, 15 de diciembre de 2014

Historias criminales: Ted Bundy

Las historias que relatan la vida de los asesinos suscitan una morbosa curiosidad. ¿Cómo un ser humano criado en un país desarrollado se convierte en un ente de destrucción? Los caminos que transforman a las personas inquietan, y al hacer un análisis de las causas que llevan a alguien a matar, descubrimos que son tanto ajenas como propias… finalmente la vida se trata de decisiones.

Es aquí cuando conocemos a Theodore Robert Cowell, alias Ted Bundy, nacido en Burlington, Vermont el 24 de noviembre de 1946.  Su padre fue un militar estadounidense de quien no se tiene identidad, Ted nunca lo conoció, y su madre, muy joven para cargar con su responsabilidad, se mudó a casa de los abuelos de Ted, haciéndole creer al niño que su madre era su hermana mayor y sus abuelos los padres, donde vivió de cerca, a través de su abuelo a un hombre violento que acostumbraba golpear a su mujer. Después de este contexto con sus abuelos, se mudó a casa de un cocinero, de quien su enamora su madre, trató de fallidamente integrar una familia, pero Ted no logró consolidar lazos afectivos o por lo menos de simpatía. Por el contrario, ya entrada la adolescencia, cada vez se volvía más apartado y daba señales de comportamientos desadaptados como el mutilar animales.

Sin embargo y contra todo, era una persona sumamente aplicada y dotada de una inteligencia  sobresaliente, al grado de estudiar en la facultad de psicología de la Universidad de Washington, donde conoció Stephanie Brooks, de quien quedó profundamente enamorado y con quien sostuvo una larga relación, hasta el momento de graduarse, cuando ella decidió dejar a Ted por su falta de objetivos en la vida y comportamientos extraños. Ted jamás se recuperó de esta pérdida. Intentó reconciliar su relación infructuosamente y finalmente abandonó sus estudios en psicología, para reinscribirse en la facultad de derecho, donde tuvo relaciones con otras mujeres. En la universidad, siempre se mostró brillante, siendo de los estudiantes favoritos de los catedráticos que le conocieron.

Sus conductas sexuales se volvían más violentas. Al principio, solicitaba a sus amantes fingir estar muertas y posteriormente, sólo alcanzaba el clímax estrangulando a sus parejas. De primera, ellas lo tomaban como un fetiche extraño, pero después se alejaban aterrorizadas. La situación se agravó cuando adquirió el hábito de seguir jóvenes universitarias, fantaseando con atraparlas y violarlas, hasta que finalmente cruzó la línea con una joven de 18 años que dejó gravemente herida tras un ataque sexual.

No pasó mucho tiempo después de este ataque, cuando Ted Bundy asesinó por primera vez, su victima fue una estudiante de psicología de una universidad cercana. De esta manera el estableció un método de operación: recorrer los campus universitarios, identificar una víctima, seducirla o engañarla, para después dejarle inconsciente, violarle e incluso matarle.

Siempre tuvo una fijación por mujeres con cabello largo y oscuro, parecidas a su primer amor Stephanie.

Cuando Bundy fue aprehendido y llevado a juicio se mostraba en extremo frío y calculador, confiado en la escasa evidencia que podría haber en su contra. Al mismo tiempo, grupos de estudiosos en el comportamiento humano y psiquiatras le examinaron a profundidad, y se determinó la naturaleza patológica de su personalidad, considerado como psicópata, sin sentir remordimiento o culpa por sus actos, señalaron que de dejarlo en libertad sin duda volvería a cometer actos de deplorable violencia hacia las mujeres.

Su muerte llegó el 24 de enero de 1989, ejecutado en la silla eléctrica como condena por sus actos. Su juicio y ejecución fueron eventos ampliamente difundidos en Estados Unidos y no era para menos, se dictó sentencia por el asesinato de 14 jóvenes y posteriormente se hizo oficial la cifra de 36 muertes. Aunque algunos especialistas concuerdan que con su astucia para esconder los cuerpos y evidencia, la cifra podría ser de un centenar de mujeres asesinadas.

Su ejecución fue tomada con alegría y alivio por la comunidad, incluso, en un lugar cerca del centro penitenciario se encendieron fuegos artificiales. Sin embargo y por extraño que parezca muchas mujeres se acongojaron de la muerte de Bundy, para ellas, era un símbolo sexual y estaban enamoradas de él. Su historia acrecentó en la cultura popular la imagen del “serial killer” y al más puro estilo del Silencio de los Inocentes, desde la cárcel ayudó en la investigación de otro violador y asesino en serie. Los caminos de la psique sí que son extraños. 

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Psic. José Luis Ramírez Esparzajramirez@toka.com.mx

lunes, 8 de diciembre de 2014

Teoría del aprendizaje significativo



La educación es uno de los campos de estudio de la psicología. Con el crecimiento de las investigaciones psicológicas sobre el aprendizaje, los distintos modelos educativos han obtenido un marco conceptual y práctico de novedosa y amplia variedad.

Todos hemos escuchado relatos de nuestros padres o abuelos sobre cómo fueron educados en las escuelas, algunos incluso recibieron castigos físicos de sus maestros y era visto con toda naturalidad; a otros les tocó un enfoque educativo conductista, basado en el premio y el castigo.

La Teoría del aprendizaje significativo representa un gran avance en la enseñanza, ya que centra su atención en el alumno. Utiliza conceptos propios de la psicología cognitiva y es uno de los pilares del constructivismo moderno. Pone especial atención a los procesos que ocurren en el alumno y su medio al adquirir un cuerpo de conocimiento establecido en la clase. Tiene la idea general de que un aprendizaje se percibe mejor cuando está relacionado con aspectos del desarrollo personal y supervivencia del niño; así los aprendizajes ajenos o alejados, son pobremente retenidos. Para tal fin toma en cuenta:

·         La naturaleza del aprendizaje.
·         Las condiciones necesarias para que se produzca un aprendizaje.
·         Los medios didácticos materiales y conceptuales.
·         Resultados y evaluación.

El lugar del profesor, es de facilitador que propone cuestionamientos y problemas que permitan al niño interrogarse desde un encuentro cognitivo y afectivo. La gran diferencia que esto pre-supone, que el niño generará un compromiso real con su proceso de aprendizaje, y está consciente de qué se aprendió y para qué, distanciándose de un modelo en que el niño ve la educación como algo ajeno basado en la coerción o las calificaciones.


De forma básica se propone la siguiente tabla, que contiene los diferentes niveles de aprendizaje que deben propiciarse en cualquier asignatura.

Aspecto cognitivo
Aspecto afectivo
Nivel 1: Conocimiento de datos, que implica el almacenamiento de ellos en la memoria.
Nivel 1: Tener una disposición de recibir, poniendo atención.
Nivel 2: Se comprende lo aprendido, es capaz de expresarlo en propias palabras. Se puede resumir o ampliar el tema con otros conocimientos.
Nivel 2: Reactividad al contenido del aprendizaje, logrando interactuar con él y comunicarlo a otras personas.
Nivel 3: Los conocimientos abstractos se pueden aplicar en experimentos o situaciones concretas.
Nivel 3: Se valora el aprendizaje por su naturaleza vivencial directamente de la experiencia. El acogimiento o el rechazo de lo aprendido ahora tienen un sustento.
Nivel 4: Se logra analizar los fundamentos o directrices que dan forma a un conocimiento, Así, de forma coherente y organizada se asocia con otros conocimientos previos.
Nivel 4: Se jerarquiza el conocimiento con base en las experiencias y pretensiones ajustadas al grupo y al sujeto.
Nivel 5: De manera creativa se asocian los conocimientos entre sí, en combinaciones novedosas, sintetizándose en nuevos niveles a investigar o experimentar.
Nivel 5: El conocimiento ahora es una implicación afectiva mayor, ya que invita a confrontar los valores personales o las formas de comportarse, se pone en juicio personal las actitudes de la vida.
Nivel 6: Se es capaz de elegir criterios para evaluar el conocimiento. Es emitir un juicio autocrítico.


Referencias:
Rodríguez, M. (2008) La teoría del aprendizaje significativo en la psicología cognitiva. Ediciones Octaedro. Barcelona.

UAM. (2014) Aprendizaje significativo. Habilidades docentes. Universidad Autónoma  Metropolitana. México D.F.

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Psic. José Luis Ramírez Esparza

lunes, 1 de diciembre de 2014

Ira al volante


Cuando hablamos de agresividad solemos otorgarle un talante negativo y bárbaro, pero por el contrario, la agresión es inherente al ser humano, tanto como herramienta básica de supervivencia, mecanismo para ejercer nuestros derechos y en un fin más egoísta, nuestro poder.

            La sociedad cambia, así como las formas en que nos transportamos e interactuamos. Pero algo que ha permanecido inmutable es la sensación somática y emocional de adrenalina, rabia y desesperación, que provoca vernos frustrados en una situación. Y qué  mejor ejemplo de frustración tenemos, que enfrentarnos todos los días al caos vial, caminos deficientes, conductores molestos y escaso margen de tiempo (por ejemplo, en la Ciudad de México se invierten 16 horas semanales en transporte). No es arriesgado decir, que pareciera que se trata de una lucha por sobrevivir o demostrar ser el más fuerte.

Factores estructurales de la personalidad, tales como escasa tolerancia a la frustración, funcionamiento omnipotente, carencia de empatía, necesidad de reafirmación narcisista, incapacidad de esperar, entre otras cosas, son elementos que se asocian a la ira al volante, independientemente de la hostilidad inherente de andar por la calle.

El Centro de Investigación y Seguridad Vial argentino (2013) señala la siguiente clasificación de conductores agresivos:

Impacientes:

·         Se pasan semáforos en rojo.
·         Aceleran durante la luz amarilla.
·         Cambian intempestivamente de carril.
·         No mantienen su distancia de seguridad.
·         No ceden el paso.
·         Bloquean intersecciones o pasos peatonales.
·         Aceleración y frenado erráticos.
·         Circula por acotamientos o carriles de emergencia, no disminuye su velocidad en zonas escolares, hospitales o centros comerciales.
·         Uso frecuente del claxon.
·         No respetan filas de vehículos, intentando invadir un carril fuera de tiempo o en segunda fila para dar vuelta o ingresar a una vialidad.

Poderosos

·         Bloquean carriles o banquetas de forma indiscriminada para estacionarse.
·         Impiden la entrada y salida de otros vehículos.
·         Amenazan, muestran señales obscenas, gritan y usan el claxon con agresividad.
·         Amedrentan acercando demasiado su automóvil a otros.
·         Toman represalias con frenadas bruscas.
·         Usan luces altas en zonas urbanas.
·         Escuchan música a alto volumen, con el fin de demostrar su presencia a otros autos y transeúntes.

Arriesgados

·         Persiguen a otros conductores.
·         Manejan con influjo del alcohol u otras sustancias.
·         Conducen a exceso de velocidad.
·         Tocan a otros vehículos de forma intencionada.

La ira al volante cada vez se convierte en un problema mayor, al estar en un automóvil tenemos una sensación de anonimato y falsa seguridad; creemos no ser vistos y que nuestros actos no tendrán consecuencias. Así es que para afrontar este problema debemos hacer conciencia de las implicaciones y responsabilidades del conducir un vehículo; que si nuestro medio ya es hostil, sería una barbaridad contribuir a la escasa calidad de vida que sufrimos. Al mismo tiempo, técnicas de relajación, control de ira e impulsos agresivos pueden ayudarnos a prevenir accidentes o altercados con otras personas.

Referencia bibliográfica.

Brambáti, G. (2013) Conductor agresivo. Revista del Centro de Investigación y Seguridad Vial. (43). Buenos Aires, Argentina.

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Psic. José Luis Ramírez Esparza